24 de octubre de 2011

Necesito un tiempo… para saber bien que decir


Durante el periodo de duelo la comunicación se convierte en una suerte de gran ecuación matemática en donde ponemos en juego diferentes interrogantes a respondernos para poder concluir si es viable decir alguna frase tal como “Hola”, “¿Me pasas la birome?” “Estoy sufriendo un infarto… ¿Podes llamar al 911?”.

Cada frase tiene sus propios interrogantes que se ponen en juego a la hora de comenzar la frase. Esto no es tarea sencilla,  ya que durante la espera nos convertimos en practicante de astrólogos (o físicos o astrónomos…) y analizamos desde los movimientos de los planetas, pasando por la humedad del viento,  si es la altura del mes propicia para que no esté de mal humor y el Angulo de elevación de la comisura del lado derecho del labio, ese con el que intenta esconder la sonrisa.

Esto puede resultar algo paranoico, pero es que parece que en el periodo de duelo comenzamos a conocer a la persona de mejor manera que cuando la teníamos al lado o, al menos, vemos algunas cuestiones que durante el enamoramiento no se tenían en cuenta lo cual convierte la lectura de la inestabilidad comunicacional en una suerte de despertar antes del “dejar ir” (porque seamos sinceros… a la larga nadie se aguanta que el otro sea siempre el que mueve las fichas y más cuando se comparten espacios)

El proceso es algo escalonado, en un principio justificamos ese accionar en el sentido propio de que analizamos la posibilidad de que esta “frialdad” es propia de que la otra parte no quiere confundir los tantos durante el alejamiento, pero también llega un punto es que empezamos a observar en que se convierte en una suerte de actitud deportiva que hasta da un cierto disfrute a pesar de que sea el que espera el que tiene la razón.

En algunos casos resulta hasta gracioso que todo lo que hagamos o digamos se convierte en una suerte de búsqueda de seducción como en los ejemplos siguientes.

Ejemplo 1

El que espera – Me llamaron de gerencia, me dijeron que tenemos que subir para ir a una reunión

El que pide – Me parece que no da para que vayamos juntos

El que espera – Pero me acaban de llamar que Gómez nos espera urgente

El que pide – Bueno, pero no quiero que mal interpretes las cosas


Ejemplo 2

El que espera – Voy al baño… ya vengo

El que pide -  Che, no te confundas, pero me parece que no da para que me digas esas cosas

El que espera – Pero dije que voy al baño no mas

El que pide – Si, ya sé, pero no quiero que te confundas.

Pero también tenemos otro tipo de casos en los que hay un juego un poco más perverso que demuestra que las cosas no son pares…

El que pide – Siempre me gusto como te queda esa camisa

El que espera – Gracias!! Vos también estas muy linda

El que pide – ¿Ves como confundís todos?

Pero hay algunos casos que son muy satisfactorios y favorecen al insight del que espera, ya que si realmente conocemos a la otra persona, se termina de dar cuenta de cómo entra en juego este tipo de cuestiones comunicacionales cuasi deportivas ya que terminamos concluyendo en que siempre tenemos la razón.

Ejemplo 1

El que espera – Che, discúlpame que te joda, pero calculo que mañana no vas a ir asi que te quería pedir que me mandes los archivos

El que pide – Escuchame… si yo no voy o necesito algo te lo voy a pedir, no pienses por mi.

El que espera – pero te están por operar mañana de apendicitis

El que pide – Pero voy igual, no hagas suposiciones

El que espera – Ok!

(Una hora y media más tarde)

El que pide – Mañana no voy… te mande los archivos

El que espera – Ok! (y ríe silenciosamente)


Ejemplo 2

El que espera – Le avisaste a Juan que tiene que hacer 500 copias y no 300

El que pide – Esa es responsabilidad mía y ya le dije… no te metas

El que espera – Che… pero se está yendo y creo que entendió  300

El que pide – Yo ya hable con el…

El que espera – Ok! (luego vuelve Juan con 300 copias)

Lo cierto es que en ningún caso se sabe bien que decir o que hacer para el que espera y muchas veces para el que pide. Existen muchas suposiciones de ambos lados que son propias de la incomunicación que no se tenía meses previos a la petición del tiempo. A esto se le suma que a veces se comparte un contexto en el que el resto de las personas toman posición por uno u otro lado y suman (por propio ocio) su cuota de malos entendidos agudizando el malestar en ambos lado.

En definitiva lo que se intenta en una suerte de lucha de poder en el que se mostrar mostrar una estabilidad que no se tiene y esto ocurre por fuera de la posibilidad de recomposición de la pareja.

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