11 de septiembre de 2011

Necesito un tiempo… una revisión teórica de los filósofos de terraza

Hacía tiempo que los filósofos de terraza se habían desencontrado. Alguno de ellos alegaba el encuentro de otro amor, por lo cual les parecía innecesario pensar en la espera cuando ya estaba lejos de ella. Pero el resto sabía que solo era una excusa para justificar que no toleraron la espera y encontraron algo parecido al amor dentro de la desesperación que los llevaba a concentrar sus ideas en la búsqueda del desamor. En definitiva, las voces calladas eran censuras ante el temor de que se interprete que sus palabras eran algo autobiográfico y alejado de la teoría. Es por esto, que fuera de las excusas se dieron un recreo para volver a pensar en aquello que los unió en una primera reunión, la frase “Necesito un Tiempo…”.

Alguno recordaron algunos momentos históricos en los que estas palabras fueron protagonistas partiendo de una simple pregunta ¿Adán y Eva se habrán pedido un tiempo cuando uno de los dos tenía un mal día en el paraíso?  ¿Y cuando comieron la manzana?

Pero pronto ese disparador fue derivando por cuestiones más teóricas, volviendo a acercar las diferentes corrientes de la espera perpetua. Algunos de los más jóvenes comenzaron a militar en el denominado Neolibertinaje temporal. Entre los ejes que promulgan desde esta nueva corriente, nos encontramos con, por ejemplo “El tiempo para todos”. No así una de las corrientes más clásicas dentro de los Bohemios de izquierda, los bohemios disidentes, cuyo principal exponente anuncia con bombos y platillos que “El que quiere tiempo tendrá tiempo y el que quiere duelo tendrá duelo”.

Los más clásicos volvieron a tomar como referencia a la ultra derecha romántica de las rosas rojas que estableces que la necesidad del tiempo es parte de no saber afrontar las crisis que se generan cada 6 meses dentro de una pareja y que ese espacio vacío sirve, en lo general, para extrañarse mutuamente y empezar de nuevo. Por supuesto que estos son los que más tardan es materializar el duelo por quedar atormentados en una eterna espera y pocos pueden refutar su teoría.

Esto último llevó a que algunos disertantes del desamor progresista, lleven a intentar voltear estas teorías anunciando que el tiempo es una agonía prolongada de un desamor anunciado.

Lo cierto es que ante tantas teorías, los filósofos de terraza  no llegaron a concluir que teoría está más cercana a la realidad y para cuando se plantearon un cierre de la reunión, alguno comenzaba a pedirle matrimonio a las plantas al confundir la silueta de un árbol con alguna novia de la infancia. Allí fue cuando los mas lucidos decidieron dar por finalizado el debate y comenzar a guardar los brebajes que amenizaban la reunión.

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