15 de septiembre de 2011

El destiempo en la necesidad del tiempo

El que alguna vez tuvo que esperar sabe sobre lo inestable que se está durante la espera. Muchas cosas pasan por la cabeza de uno. 

“¿Si llamo quedo como un pesado? Pero si no la llamo…. quedo como que no me interesa”
“Si la veo por la calle… ¿La saludo de lejos? Y si me acerco y le digo que está linda ¿Va a cree que me la quiero garchar?”  

Los ejemplos son innumerables y es que si a esto le sumamos que no somos muy seguros se vuelve una gran tortura que continua a medida que pasa el tiempo.

Las reglas del tiempo nunca están claras. Generalmente el que propone el tiempo es el que tiene que manejar la situación por que manifiesta que lo necesita… “no sé qué me pasa, tengo que acomodar la cabeza” “No sos vos, soy yo” son todas muletillas que se utilizan para la petición. Pero en el desarrollo de la espera uno recibe llamados, recibe mensajes y algunos encuentros que son absolutamente necesarios.
¿Cómo podemos arreglar una relación que teóricamente no funciona tomando mas distancia de la que teníamos? ¿No corremos el riesgo de convertirnos en un recuerdo de lo que no fue por el hecho de escapar de lo que en realidad hay que arreglar?

El tema es cómo manejar la unilateralidad de todas estas propuestas por parte de quien realiza la petición ya que si los que hacen el llamado o intentan un acercamiento son los que esperan, la respuesta tardará en llegar y pasará a ser una molestia.

Esto también lleva a quela distancia sea mayor. El que espera siente ese rechazo como un mensaje subliminal y de un simple rechazo la cosa se complica.  Pasamos de un simple “no me quiere más” hasta llegar a construir entramados más complejos como “Seguro está con otro” y pasamos a sentir que ese tiempo de espera pasó de ser algo para recuperar a sentirnos como el “mientras tanto” producto de que el otro está conociendo a otra persona.

Y es que en la propia espera inestabilidad de la espera genera ese vacío. Muchas veces, lo que parecía una solución y no se pudo manejar termina en una mala situación que lleva al desamor de ambos lados. En otros casos, la espera es una necesidad real para que ambas partes vuelvan a encontrar la forma de conquistarse mutuamente. Lo cierto es que todo depende de cómo cada uno pueda desarrollar ese principio de duelo de lo que no fue pero puede mejorar siempre y cuando se llegue a tiempo.

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