11 de septiembre de 2010

Notas sobre la confusión de la amistad en el duelo

Uno nunca puede pisar con firmeza en algo para lo que nunca estuvo preparado  y la espera entra dentro de estos parámetros. Cuando uno empieza una relación es porque conoce paulatinamente a una persona y construye algo sobre una base de a dos. En ninguna parte del contrato dice que existe la posibilidad de que esa construcción sea clausurada por algún entre controlador que ni siquiera dice por cuanto tiempo hay que parar la obra. Así es el camino que se recorre en la espera... uno se despierta surfeando en una ola cuando en realidad se acostó aprendiendo a manejar un auto.

Pero cuando uno se decide a construir nuevamente algo, el camino sigue siendo confuso... es como que ya había jubilado algunas ideas por el hecho de que ya no eran necesarias y por ende uno se encuentra intentando hacer algo que censuro luego de estar de novio porque ya no era necesario o al menos era molesto para la persona que estaba con nosotros... la seducción.

El tiempo nos encuentra en soledad entre recuerdos y necesidades de suplantar algún rastro de cariño que ya no está. Esto nos lleva a confundirnos en manifestaciones de gente que siempre obro de la misma manera. Lo que a veces era juego de amigos en la espera de convierte en necesidades ilusorias por momento y en juegos perversos por otra.

Aquella persona que tanto molestaba a nuestra pareja por el simple hecho de nombrarla y que era el eje de las discusiones de celos infundados se posicionan dentro de un nuevo momento en el cual nos hace indagar que tan infundados eran los celos. Y es en este momento en donde  nos encontramos también con algo que habíamos olvidado y que tanto molestaba en su momento... el histeriqueo (esa practica perversa que tiene con fin confundir a un pobre e indefenso desenamorado).

Entonces nos encontramos con una nueva significación de esa chica que se sienta al lado nuestro en la escuela, de nuestra compañera de trabajo, de nuestra vecina... aquella que siempre corría los limites con un aparente e inofensivo chiste pasa a ser la persona con quien mas queremos pasar el tiempo, la persona por la cual bancariamos todos los monólogos sobre superficialidades con tal de recibir algún halago que parezca sobrepasar los limites del chiste. Pasamos horas enteras de interminable suplicio imaginándola de maneras que nunca fueron sospechadas en la inconsciencia del enamoramiento anterior, imaginando cuando poder dar un paso mas, el primer beso o el pimer... café oficialmente juntos como no amigos. Pasan horas, semanas, meses   hasta que nos decidimos y ella nos responde... “sos divino, pero te quiero como amigo... aparte esto saliendo con Carlos. ¿Porque no te venis esta noche y te lo presento?”

Y vos vas como boludo recordando las  películas donde el chico bueno siempre se queda con la chica. La vida real en cambio la chica siempre se queda con el mas primate, el mas impresentable, el mas atletico, el menos pensante como Carlos a quien miras y añoras las épocas donde vos eras para algun otro ese impresentable.

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